Santo Entierro
La actualmente denominada como Real cofradía del Santísimo Sacramento de Minerva y la Santa Vera Cruz, resulta ser la encargada de organizar la Solemne y Oficial procesión del Santo Entierro durante los años impares, si bien no siempre fue así. Fruto de la asociación que en 1895 se realiza a instancias del párroco de San Martín de las cofradías del Santísimo Sacramento de Minerva con la Santa Vera Cruz, resultan ser dos advocaciones que componen la actual congregación y cuyo aspecto penitencial proviene de la última hermandad, sobre la que haremos un pequeño desglose histórico.
Desde luego podemos considerarla como la hermandad penitencial más antigua de la ciudad de León, tal y como lo declara el fiscal general ecónomo del obispado de León en 1830, Manuel Garrido, cuando reconoce “(…) los adjuntos documentos que acreditan las gracias, antigüedad y preferencia de la de la Santísima Vera Cruz”. La cofradía de la Santa Vera Cruz, fue fundada e instituida en el Real Convento de San Francisco, tal y como sucede, como norma general, en el resto de la geografía nacional, ya que los franciscanos son quienes potencian el fervor a la Santa Cruz, difundiendo a un nivel popular su devoción con el establecimiento, en sus monasterios, de cofradías que bajo dicha advocación la rindieran culto. Estas hermandades adoptarán, a posteriori o en el momento de su fundación, la practica de la pública disciplina. Ambos aspectos se identifican y cristalizan en el “Vivae Vocis Oráculo”, 7 de enero de 1536, por el que el Papa Paulo III transmite al Cardenal del Título de Santa Cruz de Jerusalén en Roma, Francisco de los Ángeles Quiñones, la concesión de importantes gracias e indulgencias a todos los cofrades, los de disciplina y los de luz, de las cofradías de disciplinantes o de la Santa Cruz. Dicha resolución fue recopilada mediante un escrito del Cardenal, y enviada el 5 de febrero del mismo año a la cofradía de la Santa Vera Cruz de Toledo, junto con una carta de Pedro Ortiz, en la que explicaba las razones de tales privilegios y señalaba una serie de normas para su disfrute, extendiéndose ambos textos a lo largo y ancho de la geografía nacional.
La noticia más antigua sobre la cofradía de la Vera Cruz, hasta ahora aparecida, resulta ser gracias a un texto fechado en el “monasterio de santo isidro de la dicha cibdad de león” el sábado 18 de junio de 1513, firmado por los donantes Martín González, Juan Martínez y Pedro de Santibáñez, los representantes de la cofradía y hermanos de ella, Bartolomé de Zamora y Alonso de Aller pintor, figurando como testigos del registro de la misma, Martín González azabachero, Diego de Hordas, el criado del señor Luís Barba, Pedro Martínez azabachero, Reynalte Garavito y Diego de Peñafiel, vecinos de León y moradores de ella, ante García Alonso de Balvas, escribano de la Reina y notario público en la corte, en todos sus reinos y en el concejo, así como uno de los doce escribanos y notarios públicos del número en la ciudad de León.
El documento en cuestión resulta ser una “Fundación y dotación de ciertas Misas y Sufragios echa a favor de la cofradía de la Santa Vera Cruz sita en el Convento de San Francisco Extramuros de esta Ciudad por Martín González Santibáñez, Juan Martínez de Santibáñez y Pedro de Santibáñez, hermanos, vecinos que fueron de esta Ciudad, para lo que dejaron a la cofradía ciertas heredades en los Lugares de Campo y Santibáñez, y un prado en Trobajo de Arriba. Año 1513.” Este es el primer título del legajo, ya que también le acompaña un segundo que resulta ser la descripción de las heredades y su posesión judicial por parte de la cofradía.
A posteriori, 29 de febrero de 1772, y bajo el patronato municipal, se unirán a la cofradía de la Santa Vera Cruz las cofradías devocionales de San Blas, San Fabián y San Sebastián; Nuestra Señora la Nueva; y Santo Cristo de la Victoria. Todas ellas erigidas en la iglesia del convento de San Francisco. Tras la Guerra de Independencia, se agregaría a esta hermandad la cofradía de Santa Gertrudis la Magna, única instituida en el monasterio de Santa María de Carbajal. Así llegamos al momento de la desamortización de bienes eclesiásticos, 1835, cuando la cofradía se ve obligada a abandonar su centenaria sede del convento franciscano, para instalarse en la iglesia parroquial de San Martín, lugar donde, como hemos señalado sería asociada con la del Santísimo Sacramento y Minerva de San Martín; pasando a denominarse como, cofradías unidas de Minerva y Veracruz, redactando nuevos estatutos en 1895, siendo reformados y aprobados por las autoridades eclesiásticas el 22 de abril de 1927, los vigentes al día de hoy.
Inicialmente, la cofradía de la Santa Vera Cruz organizó la primera procesión penitencial de la Semana Santa leonesa, la de los “disciplinantes”, que tenía lugar durante la noche del Jueves Santo, un cortejo introducido por cofradías con advocación a la Santa Cruz de la mano de la Orden Franciscana, y que se documenta en León por primera vez en el año 1521. Esta procesión, partía del convento de San Francisco el Real asistiendo desde 1564 la Corporación Municipal, que hace su presencia de un modo oficial el 31 de marzo de 1640. La forma en que lo hacía nos fue transmitida, en 1693, por Don Francisco Cabeza de Vaca. Dicho cortejo penitencial desaparecerá paulatinamente a finales del siglo XVIII, a causa del decreto del Rey Carlos III, que con fecha 20 de febrero de 1777, prohibía los disciplinantes, empalados y penitentes de sangre.
El otro cortejo organizado por esta hermandad, y el verdaderamente representativo en el presente, es la Solemne y Oficial procesión del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, que tiene su origen en el año 1628. La cofradía de la Santa Vera Cruz tenía expuesto el Santo Sepulcro en la capilla de la Cruz, fundación realizada en el año 1586 bajo el patronato de Don Francisco Álvarez Rivera y Doña Juana de Quiñones Obregón. Esta cofradía era la única hermandad, en la ciudad de León, que representaba al Señor en el misterio de su Santo Entierro, al principio con la “ceremonia del desenclavo”, que con sermón, probablemente, tenía lugar en la iglesia del convento franciscano, hasta que en el año 1628, la cofradía decide salir en procesión para conmemorar el Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, y hacer partícipe al pueblo leonés de tal solemne cortejo fúnebre. La cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad de la Madre de Dios, no miró con muy buenos ojos este acto, más bien lo considero una intromisión, tal y como se recoge en un documento notarial del dicho año, y es que la mariana hermandad de las Angustias, organizaba desde el siglo XVI, una procesión durante la tarde-noche del Viernes Santo, con el fin de recordar los misterios de la Angustia y Soledad de la Virgen. Comenzó entonces un pequeño conflicto, puesto que la cofradía de las Angustias pidió a la Junta de Seises y hermanos de la Vera Cruz, que no saliesen el Viernes Santo, ya que lo hacía en la procesión de disciplina en la noche del Jueves Santo.
Ningún caso debieron hacer los cofrades de la Vera Cruz, puesto que no tenemos noticia que la reclamación fuera a más, de hecho, el Archivo Histórico Municipal, señala la concurrencia oficial del regidor y corregidores del Ayuntamiento leonés desde 1663 a la procesión del Santo Entierro organizada por la cofradía de la Vera Cruz. Eso sí, es a partir del año 1678, cuando se documenta como tras finalizar el Entierro del Señor, los procuradores de la ciudad acudían al convento de Santo Domingo para acompañar la procesión de las Angustias, donde cuatro regidores tenían por costumbre pujar el paso de la Virgen de la Soledad, al comienzo y fin de esta procesión. Así, dos eran las procesiones que discurrían por las calles leonesas el Viernes Santo durante la tarde-noche del Viernes Santo. Desde el convento de San Francisco partiría el Santo Entierro, que comenzaría hacia las cuatro de la tarde para finalizar alrededor de las ocho, a continuación y desde el templo dominico, saldría la procesión de la Angustia y Soledad de Maria, recogiéndose cerca de las doce de la noche.
A la Solemne Procesión del Santo Entierro no solo asistían los concejales, por ser el Ayuntamiento leonés Patrón Perpetuo de la cofradía de la Santa Vera Cruz, también lo hacían las autoridades de la Iglesia, el pueblo de León, así como una buena parte de las cofradías de la capital, con sus estandartes, insignias y velones. Esta procesión tenia tanta importancia, que tras la guerra de Independencia, el Ayuntamiento de la ciudad instará al abad y seises de la cofradía de la Santa Vera Cruz a reinstaurar la procesión del Entierro de Cristo, algo que la hermandad no pudo llevar a cabo, ya que tanto ella como el resto de cofradías de la ciudad, habían sido prohibidas por las autoridades francesas y se hallaban sin fondos. De este modo los regidores leoneses toman la decisión de organizar una “Solemne Procesión del Entierro de Cristo y Soledad de Maria con Sermon, y asistencia del mismo Ayuntamiento y de la Capilla de musica de la Santa Yglesia Catedral costeandose de los fondos publicos como las demas fiestas de Ciudad (…)”. Para la misma, quiero destacar que se decide tomar el paso del Santo Sepulcro, que la cofradía de la Cruz tenia guardado en el Monasterio de Santa María de Carbajal, custodiado por las MM. Benedictinas, así como la Virgen de la Soledad, una de las titulares de la cofradía de las Angustias, ésta en la capilla de Santa Nonia. Por lo tanto, es el germen del futuro acuerdo tomado por ambas cofradías, para que en la tarde del Viernes Santo solo una procesión discurriese por las calles leonesas.
Durante dos años más sucedió lo descrito arriba, y la situación volvería a su cauce en 1816, tal y como nos lo demuestra este documento:“(…) Memorial de el Abad de la Santa Bera Cruz sita en el convento de San Francisco, por el que suplica a el Ayuntamiento, se sirba asistir a la procesion que hace todos los años del Entierro de Cristo. Y en vista se acordo concurrir en la forma acostumbrada”.
En 1830 la decadencia económica de ambas hermandades leonesas, y con el cierto precedente de los años 1812-14, motivó que la compañía de la Vera Cruz firmara un acuerdo con la de las Angustias para que la organización de la procesión del Santo Entierro recaiga los años pares en la de las Angustias, y el resto en la Vera Cruz; saliendo en procesión cada una con sus pasos, pero los hermanos de ambas juntos. Este es el motivo para que hoy en día continúen existiendo dos procesiones diferentes del Santo Entierro, según sea año par o impar. Así, en 1831, “Viose un memorial de los Abades de las cofradias de la Santa Bera Cruz y Nuestra Señora de las Angustias por el cual suplican al Ayuntamiento se sirba onrrarles con su asistencia al Entierro de Nuestro Señor Jesucristo que ha de salir el viernes santo por la tarde del Real Conbento de San Francisco por toda la ciudad. Y enterado estos señores, capitulares, acordaron se asista a dicho entierro como es de costumbre.”
Hasta este momento la hermandad de la Santa Vera Cruz, se encargó de organizar la Procesión del Santo Entierro, y aunque la responsabilidad de la misma ya no recaía exclusivamente en ella, buscó destacar su procesión de la que hacía la cofradía de las Angustias, esto se confirma en 1832 mediante una Indulgencia plenaria, remitida a la Vera Cruz, que podían ganar las personas que concurrieran y siguieran la procesión del Santo Entierro, organizada los años impares por esta hermandad, aplicándose por modo de sufragio a las almas de los difuntos durante un periodo de 7 años. Esto sucedió a petición de los cofrades de la citada compañía penitencial, “(…) que celebra la procesión del Entierro de Nuestro Salvador Jesucristo, llevando al redentor su Venerable Imagen, postrada en el Sepulcro, en la solemne procesión del viernes Santo con mucho concurso de los pueblos; y a fin de que mas y mas se aumente la devoción de los fieles, en gloria y honra de tanto y venerable misterio, los Cofrades de aquella Imagen que la acompañan y guardan, suplican con ahinco á V. B. En cuanto se digne dar liberalmente Indulgencia plenaria á todos los fieles de aquella procesión, que (…) cuidaren de asistir devotísimamente, y acompañar desde la Iglesia de san Francisco de la predicha ciudad en la que se guarda aquella imagen, (…)” Esta gracia fue concedida por la Audiencia de Su Santidad el 21 de febrero de 1832, y por el prelado leonés el 10 de abril del mismo, durante la abadía de Antonio Ocón.
En lo que respecta a la compañía de la Vera Cruz, hemos de señalar que comenzó en 1628 a representar el misterio del Santo Entierro con los pasos del Santo Sepulcro, San Juan y la Soledad, precedidos por su efigie titular: la Santa Cruz. Durante el pasado siglo XX, la cofradía ha estado caracterizada por un gran dinamismo en cuanto al cuidado y ampliación de su patrimonio artístico Así, adquiere en 1923 un nuevo paso para representar el misterio de la Piedad, una efigie de escayola de los talleres de Olot, pasaje del que carecía. En 1929 Cándido Alonso donó un San Juan, de los talleres Pío Moliner, para sustituir al centenario y deteriorado evangelista. Entre estas fechas se había suplantado la Soledad por la actual “Virgen Guapa”. En el año 1937 se aparta la Piedad de Olot por la magnifica Virgen de la Piedad de San Martín que comienza aquí su andadura en la procesión del Santo Entierro de “Minerva”. La cofradía y la procesión del Santo Entierro siguió creciendo con la presentación, en 1945, del paso del Descendimiento, obra de Víctor de los Ríos, posteriormente, 1951, se volvió a estrenar otro San Juan, esta vez realizado por Federico Collaut-Valera, y en ese año se estrenaría un nuevo Yacente realizado por Jacinto Higueras Fuentes, para el paso del Santo Sepulcro, cuya imagen titular ya había sido apartada en 1949 por una efigie de Víctor de los Ríos que solo fue sacada en procesión ese año. El Cristo crucificado denominado como Cristo del Desenclavo, antes incluso en el Santo Sepulcro, fue sustituido en 1973 por una escultura de Amado Fernández, pero afortunadamente, nunca fue descartada y hoy forma parte de la procesión que tiene su ultima incorporación en 1981 con la Virgen de la Amargura, “la Paloma”. De este modo la procesión del Santo Entierro que organiza los años impares la Real Cofradía del Santísimo Sacramento de Minerva y la Santa Vera Cruz cuenta, actualmente, con nueve pasos.
Día: Viernes Santo
A las 19,00 horas se pondrá en marcha desde el Real Monasterio de Santa María de Carbajal (Plaza del Grano), la Solemne y Oficial Procesión del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo.
Itinerario:
– Plaza del Grano,
– Calle Juan II,
– Fernández Cadórniga,
– Zapaterías,
– Plaza de San Martín,
– Plegaria,
– Plaza Mayor,
– Mariano D. Berrueta,
– Plaza de Regla,
– Calle Ancha,
– Cid,
– Plaza de San Isidoro,
– Cuesta de San Isidoro,
– Ramón y Cajal,
– Plaza de Santo Domingo,
– Independencia,
– General Lafuente,
– Calle La Rúa,
– Plaza de las Concepciones,
– Calle Fernández Cadórniga,
– Calle Juan II,
– Plaza del Grano,
– Al Real Monasterio
de Santa María de Carbajal